Clementina bicicletas
Pau Tena.
No puedo concebir el ciclismo de otra manera que un arte que mezcla técnica y belleza, juego y fuerza, como una historia sofisticada de máquinas sencillas en la que personas de cualquier edad y condición hombres, mujeres y niños siguen siendo el principal motor y un valor conformado del binomio ciclista-bicicleta.
Un binomio de la mano de cualquier dios recorriendo el mundo… yendo al trabajo, batiendo records de la hora en un velódromo, o dándole a un niño la posibilidad de volar…
Pero mi caso es que soy mecánico, mecánico de bicicletas y biomecánico. Vivo el ciclismo desde los dos lados pero me gano la vida desde uno, desde el lado del “relojero”. La mecánica de ciclismo es una profesión que me da la oportunidad de crear un puente entre el arte, mi otra antigua vida, y la técnica. Un lugar de oficio en el que a pesar de lo necesario para una buena gestión de la actividad, los esquemas ultramodernos de gestión de empresa no suelen calar tan perfectamente como en otros grandes sectores de la mecánica como sería la automoción ¡Me parezco a veces más a un luthier que a un mecánico de motos! Y en todo esto no hay nada de raro ni de clasista, hay muchos oficios similares: relojeros, náutica, armeros…Solo que me esfuerzo cada día en mostrar la gran oportunidad vital que esto representa para el ser humano y su realización, belleza y técnica ¡Podemos sacar lo mejor de nosotros mismos!
No es extraño en otros países encontrar en camino común el arte y la tecnología, de la misma manera que en la cultura japonesa se dice que es después de alcanzar la maestría en un arte marcial que se puede empezar la maestría en una disciplina artística. La fuerza, la técnica y el arte, la destreza física, el intelecto y la belleza.
Eso es la artesanía del ciclismo que se hace uno en cuadreros, biomecánicos, mecánicos y pintores.
No tan antiguamente aunque parezca una eternidad el oficio de mecánico de bicicletas y más aún el de mecánico de carrera era una labor de continuo aprendizaje sujeto a la destreza de los operarios y los avances técnicos que iban sucediendo y, sobre todo la capacidad de crecimiento y evolución de los mismos al respecto de su trabajo.
En la mecánica pensar en mecánicos jóvenes es pensar en madera verde, el peso y la necesidad de la tradición y el conocimiento adquirido es un valor que escapa de tiempos laborales modernos. Los maestros, los mecánicos viejos, la experiencia y eficiencia a lo largo de los años es la base ineludible para la consecución de ese trinomio de fuerza, técnica y arte.